Antonio Franco
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ESPECÍMENES SOCIALES DE LA RADICALIDAD
Cuando empleamos la palabra “fundamentalismo”, o su aplicación al personaje que lo practica, “fundamentalista”, siempre nos viene a la mente un tipo con turbante y luengas barbas. Siempre asociamos este concepto al fundamentalismo religioso, y de manera especial al movimiento islámico. Pero también existen fundamentalistas políticos. Estos consideran sus ideales por encima de los demás. Todo lo que sea “salirse” de sus credos políticos lo consideran como “traición” a su propia tradición política. Existen a ambos lados del espectro político, tanto por la izquierda como por la derecha. Son “los elementos” radicales de cada ideología. Son especímenes sociales de la radicalidad. Resulta demasiado complicado razonar con estos personajes porque no se atienen a razones. Algunos pueden llegar a rozar cierto grado de enfermedad mental. Afortunadamente no son muy numerosos dentro de la sociedad, sobre todo si carecen de carisma para convencer y atraer hacía sus planteamientos a los demás.
En el fútbol, que no deja de ser una metáfora de los comportamientos sociales, serían los que se denominan como “ultras”. Defienden a unos equipos, practicando la violencia; van a los estadios de fútbol pero no a disfrutar del juego. En realidad, a veces creo que ni siquiera ven el partido.
Volviendo a los fundamentalistas políticos, no son muchos pero existen. Si no están organizados “muestran sus credenciales” a través de comentarios en artículos de opinión, en notas de prensa, en reportajes periodísticos... escondidos tras un nombre falso. No se identifican porque, en el fondo saben que su forma de pensar no es compartida por la mayoría y ello le produce cierto complejo. Además son conocedores de esa falta de carisma a la que antes hacía referencia. El tener que vivir en una comunidad, donde la mayoría “pasan olímpicamente” de sus credos políticos, hace que sean personas infelices y frustradas. Es muy probable que hayan tenido algún trauma juvenil o hayan adulterado su mente con una lectura monotemática. Han adquirido, por tanto, un pensamiento absolutista. En cierto modo, son patéticos en el sentido más funesto del término. Algunos practican la violencia física. Otros, la violencia verbal.
Otra característica que los identifica es la falta de solidaridad. Al pensar que todos están equivocados menos él y los que piensan como él, considera enemigos al resto y, por lo tanto, no les merece la más mínima atención por su parte. Incluso pueden llegar a portarse como auténticos déspotas con sus vecinos más cercanos.
Muchos se consideran revolucionarios que quieren cambiar el mundo, sin cambiar ellos antes. Necesitan una “revolución interior”, que viene a ser algo así, como unas sesiones con un profesional de la Psicología.
Lo peor que se puede hacer es darles publicidad, darles a conocer, porque entonces adquieren cierta relevancia, que es, en el fondo, lo que pretenden.
Salud.












Durruti | Martes, 16 de Junio de 2015 a las 18:39:53 horas
No entiendo que nadie se tomase de forma personal mi comentario, a no ser que se tratase del mismo general genocida Mola ó de algún descerebrado que defendiese su despreciable legado criminal. Claro que hay gente para todo, incluso para autohalagarse a sí mismo, cambiandose de seudónimo. Es diáfano que nadie que sea supuestamente gente de bien y que no defendiese o justificase la figura de un criminal genócida como el tal general Mola, se debería sentirse ofendido y menos interpelado por el comentario. Allá cada cual con sus interpretaciones y su coeficiente intelectual.
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