DIEZ IDEAS PARA IMPEDIR QUE SE PITE EL HIMNO DE ESPAÑA

Como nadie le mete mano al asunto, al final va a tener que ser uno el que saque las castañas de fuego. Vergüenza me da, la verdad, vergüenza, la poca imaginación que le echamos los españoles a un problema tan sencillo. Llevamos dos o tres semanas dándole vueltas a lo de los pitos al himno cuando es algo que se soluciona en un pis pas. En un chusti chusti. En un pim pam pum ¡Si todos los problemas fueran como éste! Y no digo una solución, ca, que digo diez (y otras tantas que podría, pero no quiero abusar). En fin, ahí va una decena de técnicas para impedir que piten el himno en las finales de copa. Del rey.

1. Esta primera creo que ya la he propuesto alguna vez. Encargarle a El arrebato que componga un nuevo himno. No habría narices de silbarlo. Basta con decir que el himno del Sevilla lo tararean hasta los béticos (y no van a ser los catalanes más que los béticos, ¿no?).

2.  El himno español no tiene letra. Pues pongámosle una. Pero se la ponemos en catalán. Y un cachito al final en euskera. Con dos pares. Son idiomas constitucionales, ¿no? Pues arreando. Y como decía Pepito Grillo: “Dame un silbidito”.

3. Este tipo de soluciones está muy de moda, aunque puede que algunos, con mentalidad blandengue, la encuentren un poco radical. Se trata de contratar a una cuadrilla de yihadistas parados para que le corten los labios a todo aquel que silbe el himno de España. Lo de cortar los labios nos puede parecer complicado, pero para los yihadistas expertos es tan fácil como pelar un huevo duro. Unos tíos que se llevan todo el día decapitando y decapitando y venga a decapitar, con la de sangre que echa eso para afuera, no se van a agobiar por cortar unos morritos. Y sin morros no hay nada que hacer.

4. Cambiar la música del himno de España todas las semanas, como si fuera la contraseña de la caja de un banco, de manera que ningún independentista esté muy seguro de cuál sea la melodía y no sepa si tiene que pitar o no:

-“¿Eso que suena es el himno de Espanya o es publicidad, Jordi? Digo el himno de esta semana”.
- “Collons, Antoni a mí me suena a la música del anuncio de Casa Tarradellas”.
-“Sí que suena. Entonces qué, ¿silbamos o no silbamos?”
- “¿Cómo vamos a silbar un anuncio de Casa Tarradellas, Antoni? Desde luego, hay días que pareces andaluz, digo, tonto.

5. Esta es muy sutil. Mientras suena el himno, sacar a unas cheerleaders al medio del campo para que hagan su coreografía. Nadie, ni siquiera los peores degenerados se atreven a pitar a las cheerleaders de los Utah Jazz. Eso sí, para estar completamente seguros hay que poner de capitana de las cheers a Shakira; entonces ni te digo. No silba ni el Piqué.

6. Hacer un himno nacional sin música. ¿Cómo? Sí, hombre, decimos que se trata de una muestra de integración para los sordomudos y ponemos un himno en lenguaje de signos. No se me ocurre cómo se podría silbar un himno para sordomudos. (Especialmente, si como dijimos en la solución tercera, les hemos cortado con anterioridad los morros).

7. Engañar a los aficionados. Decir que la final se va a celebrar en un estadio y luego celebrarla en otro. Pero un engaño de verdad. Algo así como citarlos en el Camp Nou y que luego el partido se celebre en el Carranza. Me juego lo que sea que no pita nadie. (Sobre todo porque no habrá ni Dios).

8. Poner una figura de cera de Franco en el palco. (Que parezca real).

9. Pitar nosotros el himno. Por fastidiarnos, seguro que los independentistas se ponen a aplaudir.

10. En realidad, debemos reconocer que un poco de razón no les falta a quienes pitan. El himno español es feo de narices. Hasta a mí me dan ganas de silbarlo. Por eso, para el final guardo la mejor. Creo que ya lo he propuesto en más de una ocasión: el verdadero himno nacional debería ser el Y viva España de Manolo Escobar. Al fin y al cabo, los himnos sólo sirven para entonarlos cuando hay un partido de la selección española de fútbol. Y para eso, Y viva España es megaperfecto. Imaginemos: la selección alineada en el centro del campo, Sergio Ramos de capitán, un estadio lleno, final de la Eurocopa y treinta mil gargantas desgañitándose con: “Por eso se oye este refrán: y viiiiiiva España…”. Inenarrable. Y, encima, es un pasodoble, con lo que hasta se puede bailar. ¿Con cuántos himnos del mundo se puede salir a la pista de baile? ¿Eh, con cuántos? Con ninguno. Pues ya nos vale.