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Sábado, 02 de Mayo de 2015

Balsa Cirrito

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FELIPE MÁRQUEZ Y JUAN ANTONIO LIAÑO (Y ALGO DE VILELA)

 

 

 


Siempre que hay elecciones, se producen bajas y retiradas de mucho peso en el ejército político. Unas veces por la edad, otras por cansancio, algunas por las intrigas. Para las próximas municipales dejan hueco dos figuras de largo historial: Felipe Márquez, en el PSOE, y Juan Antonio Liaño en el PP.


Durante varias legislaturas, Felipe y Liaño mantuvieron innumerables debates públicos, a menudo de gran dureza, tanto en los plenos municipales como en los medios de comunicación. Bien es cierto que después – y debería ser un ejemplo a seguir – se iban con cierta frecuencia a jugar juntos al paddle. Algunos dicen que el fútbol es el sucedáneo moderno de la guerra. Si es así, el paddle debe ser algo parecido a una escaramuza. Y supongo que continuar la batalla política en las canchas debía parecerles muy estimulante. Eso sí, la retirada de uno y de otro es de muy diferente signo.


Felipe Márquez ha sido durante muchos años algo así como el padre del PSOE de Rota (Domingo venía a ser, dicho en el buen sentido, la madre). Severo, algo distante, con autoridad pero sin necesidad de mostrarse autoritario, un poco filósofo y con muy buen ojo para el análisis. Durante una época, Márquez formó un tándem casi perfecto con Domingo Sánchez Rizo, donde ambos se repartían los papeles con inteligencia. Quizás su mayor fallo, por él mismo reconocido en alguna ocasión, fuera su relativa incapacidad para las relaciones públicas. Frente a la simpatía desbordante de Domingo, Felipe Márquez quedaba siempre un poco en segundo plano, posición que, seguramente, no le desagradaba. Como alguna vez le he oído decir, le gusta más repartir juego que ser el pichichi. Un segundo plano relativo, ya que a lo largo de su carrera, Márquez alcanzó cargos de notable relevancia a nivel local y provincial, siendo siempre una voz respetada en el seno de su partido en todos los niveles. Por lo que he oído, ya en las últimas elecciones no estaba muy seguro de participar en las listas del PSOE, entendiendo, quizás, que debía dejar paso a los más jóvenes, aunque, al final, lograran convencerle de que permaneciera. En esta ocasión, Márquez ha dado un paso lateral, retirándose de la política, pertrechado con el aprecio y la admiración de su partido y con el respeto de la ciudadanía. Con más mérito, ya que su formación tiene en esta ocasión una muy buena oportunidad de alzarse con el poder. En realidad, es la mejor manera de retirarse. Que te echen de menos y no de más.


Muy diferente es el caso de Liaño, y no precisamente por culpa suya. A Liaño lo conozco prácticamente desde niño. Es uno o dos años mayor que yo, pero siempre me parecía, al menos durante mi infancia, demasiado responsable. Soy amigo de sus hermanos, con quienes a menudo planeaba en la playa, en verano, muy descerebradas aventuras. Juan Antonio, con alguna frecuencia nos disuadía de nuestros disparates. Hace siete u ocho años lo entrevisté en la TV local. Por aquel entonces yo tenía un programa (a medias con la recordada Montse Roca) en el que entrevistaba a los políticos locales y en el que los atacaba con tal dureza que la mayoría me retiraba la palabra durante un tiempo (alguno no me la ha devuelto todavía). Exceptuando una entrevista (quizás debería llamarla mejor combate) que mantuve con Antonio Alcedo, la interview en la que di más caña y clavé más los dientes fue la que le realicé a Juan Antonio Liaño. Antes de hacerla, la preparé a conciencia, y en media docena de cuestiones yo creía tenerlo agarrado por donde se agarra fuerte. Sin embargo, en el transcurso del programa, el tipo se defendió de todos los asuntos espinosos con bastante naturalidad, reconociendo algún error (caso raro en los políticos en ejercicio) y justificando de forma lógica otras materias, sin alterarse en ningún momento y dejándome un muy escaso botín en la batalla. A decir verdad, Liaño me ganó en aquel combate, momento desde el cual admiré mucho más su capacidad como político.


El hecho de que el PP prescinda ahora de Juan Antonio Liaño resulta, por supuesto, sorprendente. Si consideramos que Liaño es en la actualidad vicepresidente de la Diputación de Cádiz, cuesta trabajo creer que Eva Corrales se desprenda de quien sería, sin muchas dudas, el más eficaz de sus concejales. La decisión de Corrales no sólo parece absurda, sino también poco inteligente. En la situación en que se encuentra la actual alcaldesa, con más frentes abiertos que Alemania en 1945, cepillarse a la persona más destacada de su formación no se le ocurre ni al que asó la manteca, y sólo se entiende por el férreo (si quieren pueden sustituir férreo por otra palabra más desagradable) control que la alcaldesa mantiene en su partido. Dicen que Eva Corrales tiene una gran afición a la vendetta, y es lo que parece esto. No hay que ser adivino para percibir que el PP se va a pegar una buena torta en las próximas municipales. Corrales lo sabe. Pero de camino – creo barruntar – pretende ajustar cuentas. Probablemente, haya pensado que ella no va a ser alcaldesa, pero que si colocara a Liaño en las listas, éste podría tener oportunidad de alcanzar algún cargo en la Diputación. Y como eso es algo que no parece que sea capaz de soportar, Eva Corrales ha preferido morir matando. Sin embargo, y esto no es una suposición, sino una realidad, a Eva Corrales se le ha olvidado que a las personas hay que concederles una salida digna, y es evidente que con todo lo que ha aportado Liaño a su partido, tendría más que ganado el derecho a ese reconocimiento. La forma de desprenderse de Juan Antonio, en realidad, a quien retrata es a Eva Corrales, no al defenestrado. La diferencia entre la retirada de Felipe Márquez y la de Liaño (aunque la de éste último no sé si será definitiva), es abismal. Y eso, que no se le olvide a la señora Corrales, también es un patrimonio para sus partidos. O, dicho de otra forma, estas son cosas que dan y quitan votos.

 

PD: He dudado si incluir a un tercer ilustre retirado en estas elecciones. Me refiero a Manuel J. Helices, Vilela. Lo digo porque aparece en las listas de IU, pero muy atrás, lo cual uno no sabe si interpretar como un adiós o como un hasta luego o como un voy a salir a echar un cigarro, aunque, evidentemente, se elimina el concepto de retirada. En todo caso, no quiero dejar pasar la oportunidad de dedicarle un párrafo, por si acaso. Porque el camino por la política de Vilela ha sido, literalmente, alucinante. Tras muchos años de concejal, el hombre se va del ayuntamiento, creo, sin ningún enemigo. Ni uno. Con la simpatía de todos los partidos (incluso del suyo, que como hemos visto en uno de los casos anteriores, no siempre es fácil). Creo que eso no puede ser bueno; llevarse este tiempo y no lograr crearse un enemigo, y no digo un enemigo a muerte, pero ni siquiera uno pequeñito, resulta casi anticonstitucional. Aunque esa sea precisamente la gloria y la cruz de Vilela en política: le cae bien a todo el mundo. Qué tío.

 

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  • Bal Cirr

    Bal Cirr | Domingo, 03 de Mayo de 2015 a las 22:05:18 horas

    Un saludo, Montse, y lo mismo digo. Espero que te vaya bien, porque te lo mereces.

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  • "La recordada Montse Roca" | Domingo, 03 de Mayo de 2015 a las 01:14:46 horas

    Querido compañero...fue un placer haberte tenido de compi, y que te acuerdes de mi. En la distancia, que es mucha, te sigo cada semana, y me sigues encantando!!!. Pero me he emocionado al ver que alguien se acuerda de mi!!!.Todo lo que has escrito hasta ahora...como que lo suscribo!!!. En la distancia también te das cuenta de la poca memoria histórica, y de la poca importancia que cobran las personas. Yo dejé parte de mi vida trabajando para ese pueblo, (porque los periodistas a nivel personal dejamos la vida y no se ve), y,,,ahí está. Sólo espero que te vaya bien, amigo, y te respeten...

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