Antonio Franco
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TIEMPO ELECTORAL
Muchos ciudadanos transmiten la idea de que las elecciones deberían celebrarse con una frecuencia no superior al año y medio. Es una percepción que está en la calle. La convocatoria de cualquier proceso electoral desencadena unos movimientos acelerados de promesas incumplidas y/o aparcadas. Hasta los efectos de la crisis económica se palían cuando se convocan elecciones. La medida de subir los impuestos deja de ser necesaria. Se les devuelve a los empleados públicos parte de la paga que se les quitó. Todo mejora o se intenta hacer ver que mejora. Y se da en todos los ámbitos de la escena pública. El equipo de gobierno de nuestro ayuntamiento comienza un maratón de firmas de convenios y contratos con las distintas asociaciones, como si de repente se hubiesen dado cuenta de que había que llegar a la firma de estos convenios y no se han dado cuenta o, quizás, el tiempo se les ha venido encima. De repente, se acuerdan (por ejemplo) que existe un mercado en el entorno de las quinientas doce viviendas al que no le funcionan las puertas mecánicas ni el aire acondicionado. La situación no es nueva, los comerciantes llevan meses, no se cuántos, pero están casi seguros que el problema se lo van a resolver, dada la fecha en que nos encontramos.
De repente, el saneamiento del parque de Santa Cecilia se ha convertido en la construcción de uno nuevo. Los vecinos llevan quejándose del estado del parque meses y meses, y se van a encontrar con que van a estrenar un nuevo parque. Y todo gracias a las elecciones. Otra cuestión será el mantenimiento del mismo. El estado de abandono y suciedad que presentan los demás parques debe primar sobre otros asuntos. Pero, aquí y ahora, lo importante es presentar “cosas nuevas”.
De repente, se va a hacer realidad el pago de las ayudas al transporte escolar. El curso se acaba y las elecciones están a la vuelta de la esquina.
Los gobernantes comienzan a salir de sus despachos y se pasean por las calles del pueblo como antaño. ¿Cuánto de antaño? Tanto como desde la última convocatoria electoral.
En nuestra autonomía más de lo mismo. Ya pasaron las elecciones, pero de repente, todas las situaciones complicadas se empezaban a solucionar a base de promesas y efectos especiales.
Y es que no hay nada como unas elecciones para que despierten las más recónditas promesas electorales, los asuntos aparcados sine die, el acercamiento al pueblo llano y gente lisa, los golpes amistosos en la espalda, las sonrisas profiden...y el haber si quedamos.
Volverán, al igual que las oscuras golondrinas de Bécquer, las eternas promesas sobre el cobro por la servidumbre militar que sufrimos (por la parte local); la liberalización de la autopista Sevilla-Cádiz (por la parte nacional); los planes de empleo (por la parte autonómica, aunque ya han pasado estas elecciones para nosotros los andaluces); Hasta los emigrantes, a los que se les había negado el acceso a la Seguridad Social, lo han recobrado (o eso dicen).
El mundo se vuelve luminoso con la llegada de las convocatorias electorales. Recuerden aquellas promesas, incumplidas a las primeras de cambio por parte del PP. ¡Pelillos a la mar! Esto sí que es Carnaval, que decía nuestro paisano Carlos Cano.
Después de la calma viene la tormenta. Nuestra tormenta.
Salud.












Casimiro | Lunes, 27 de Abril de 2015 a las 14:27:09 horas
Lo que no cambia en Rota haya elecciones ó no, es el olor a mierda por casi todo el pueblo de la vaqueriza,y la cantidad de mierda de perro desperdigada por cualquier acera y jardin público del pueblo,aún así, nos toca muy poca la lotería.
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