Balsa Cirrito
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VARA DE MEDIR AYUNTAMIENTOS
Durante la campaña de las elecciones municipales de 1999, aquellas que terminarían conduciéndole a la alcaldía, Domingo Sánchez solía afirmar que si llegaba a gobernar Rota haría suyos los problemas de todos los roteños. Quería decir con esto (y lo explico, porque puesto así parece que Domingo prometiera dotar a las embarazadas, becar a los estudiantes y consolar a los afligidos por una pérdida familiar) que cuando las competencias municipales no correspondieran, el ayuntamiento conduciría a los ciudadanos hasta la administración pertinente para la solución de su conflicto. Sin duda, se trataba de una promesa ambiciosa, excesivamente ambiciosa, tal vez; sobre todo si tenemos en cuenta que en muchas ocasiones no vemos claro quién hace llover y quién proporciona los paraguas que nos pueden cobijar.
¿A qué viene esto? Pues a que, con frecuencia, atribuimos a los ayuntamientos competencias, obligaciones y responsabilidades que no estoy muy seguro que tengan. Para aclararnos (y, por supuesto, se trata de una opinión personal), voy a proponer un baremo sobre lo que sí podemos exigirles a los ayuntamientos.
Son, fundamentalmente, tres cosas. Ahí van (no necesariamente en orden de importancia).
Primero. Una ciudad cómoda y habitable. Que se preocupen por el buen estado de las calles, de la limpieza, de los ruidos y del tráfico. De la estética. Lo que se suele llamar calidad de vida.
Segundo. Un ayuntamiento que ponga las bases para la prosperidad del pueblo. Que cree las condiciones para que se invierta en la localidad, propiciando las infraestructuras necesarias (digamos, zonas y parques industriales) y que, cuando no aparezcan estos inversores, se los busque dónde sea.
Tercero. Un gobierno municipal que dé ejemplo de moralidad. Que sea honesto y que trate a todos los ciudadanos con el mismo criterio. Que no se dedique al enchufismo ni a sacar tajada para cada uno de sus componentes o para sus queridos amigotes. (Queda bien entendido que cuando convoca unas oposiciones, el ayuntamiento ideal al que nos referimos, concede la plaza en cuestión al opositor más capacitado, no al que posea mejores relaciones). Por supuesto, este gobierno municipal debe representarnos con dignidad, dentro y fuera de Rota, y nunca deberíamos sentir vergüenza por su causa.
Estas, entiendo, son las tres virtudes principales que ha de poseer un ayuntamiento. Por supuesto, existen otros asuntos, como la vivienda, el impulso de la cultura y el deporte, o la ocupación del ocio, de importancia no despreciable. Pero como vara de medir, como sistema métrico, como baremo que nos indica si un ayuntamiento es bueno o es malo, las tres primeras son las fundamentales.
Pues midan, pesen, calculen…












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