Antonio Franco
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UN CUENTO CHINO
No sé si conocen el cuento oriental que a renglón seguido voy a narrar. Me gustó la primera vez que llegó a mis manos y esta semana, donde todos hemos analizado los resultados electorales y hemos sacado nuestras propias conclusiones, me ha parecido una buena ocasión para trasladarlo aquí. La temática política queda aparcada. ¿Queda aparcada? Dice así:
"En aquel templo, perdido entre escarpadas montañas, hace tiempo nacieron las distintas conductas humanas. El Maestro reunió a los discípulos de aquella primera promoción de monjes para darle su bendición y sus últimos consejos. Todos habían participado de las mismas enseñanzas y, por lo tanto, de cada uno de ellos esperaba el Maestro comportamientos idénticos. Los valores inculcados deberían ser transmitidos a todos los Pueblos de la Tierra. No llevaban libros ni cuadernos para sus enseñanzas. La única herramienta de que disponían era su propio ejemplo. Con las últimas palabras del Maestro partieron del templo y se repartieron por las múltiples aldeas de los valles, por las poblaciones de la costa, por los poblados de las marismas...
Cada uno eligió un lugar donde asentarse y echar raíces.
Con el trascurrir de los años, las enseñanzas aprendidas fueron quedando en la senda del olvido. Lejos quedaban los días en que se comprometieron a impartir sus lecciones aprendidas en el templo.
Algunos se habían transformados en prósperos hombres de negocios que se habían enriquecido a costa de explotar a los que para él trabajaban, a pesar de lo cual eran respetados por todos. Otros, habían cambiado continuamente de parecer y de oficios porque en ninguno les sonreía la fortuna. Los había que se habían empobrecido en el momento en que gastaron los pocos caudales que poseían al salir del templo. Los menos siguieron fiel a sus principios y continuaron predicando con el ejemplo de sus actos.
El Maestro contemplaba desde el templo la dispersión de sus antiguos discípulos. No podía evitar los caminos a los que habían derivados las diferentes conductas.
Eso sí, la mayoría de aquellos, antaño, monjes seguían manteniendo la costumbre de “alabar al Maestro” cada noche antes de dormir. Aquella alabanza se había convertido en una costumbre. Había perdido su significado original. Pero al hacerlo se sentían bien.
Sólo los menos, aquellos que siguieron fiel a sus principios y continuaron predicando con el ejemplo de sus actos, nunca “alababan al Maestro” al caer la noche. Para ellos, era como si el Maestro estuviese cada día a su lado y, por lo tanto, no consideraron la idea de que éste había quedado relegado en algún lugar de sus vidas.”
Las moralejas pueden ser diversas, como las conductas de los monjes de esta narración oriental, y se pueden aplicar a los diversos campos en los que nos movemos. No tienen que ser necesariamente religiosa o política. ¿O sí? Al fin y al cabo, como decimos por aquí, todo esto no es más que “un cuento chino”.
Salud.












Marianico el embustero | Lunes, 30 de Marzo de 2015 a las 00:39:27 horas
Antonio, déjate de cuento chinos y ponte a ver como sacas buenos resultados en las próximas elecciones. Hay que ser realista y pramático, y dejar las utopías para otras cosas. Para cambiar las cosas hay que gobernar, y para gobernar hay que tener buenos resultados en las urnas. Si no, tenemos otros cuatro años más a los que están. y Vds. otros cuatro años a quejarse. Solamente el PSOE es alternativa de gobierno, y seguramente van a necesitar de vuestra ayuda. Si no se juntan las izquierdas, la derecha y extrema derecha que tenemos nos van a gobernar de por vidas. ¡piensateló Pichitaaa!
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