Balsa Cirrito
![[Img #41916]](upload/img/periodico/img_41916.jpg)
LA MATRACA DE PODEMOS
Podemos cada día me gusta menos. El tono sermoneador que emplean, el aire de dignidad ofendida que siempre adoptan, los insultos que profieren con absoluta naturalidad, han terminado por hacérmelos antipáticos.
Su recurso favorito es el del justo perseguido. El del noble héroe que lucha contra un poder cruel e inmisericorde que no para de ponerle zancadillas. El del pobrecito maltratado por los poderosos. Constantemente se están quejando de tal o cual injusticia que cometen contra ellos los medios de comunicación. Lo cual indica, como poco, un criterio bastante victimista. No recuerdo en toda mi vida un partido político tan favorecido por los medios como Podemos. Pero vamos, ni lejanamente. Es más, su éxito proviene precisamente de esa benevolencia y favor de la prensa. El principal púlpito (y aquí la palabra púlpito está utilizada en la plenitud de su significado) de Podemos ha sido un programa de TV donde han tenido y tienen al moderador descaradamente a su favor, y donde les colocan a unos adversarios que se dirían más para el lucimiento que para molestar. No sé, pero cualquiera al que pongan a debatir contra Alfonso Rojo o contra Eduardo Inda termina pareciéndonos un genio. A cambio, aquel que se atreva a criticar la sacrosanta iluminación cuasi divina de los chicos de Pablo Iglesias, es un hereje reaccionario a sueldo de la CIA, porque, o eso parecen creer los podemosos, ellos están resplandecidos, ellos poseen la verdad y ellos son más buenos que la tortilla de patatas deconstruida.
Lo asombroso es que realmente piensan que todos los que los critican son malvados o están a sueldo. Y digo yo, ¿pues qué se creen éstos que es el mundo? ¿Qué podrían decir entonces PSOE y PP a quienes se ataca constantemente y no siempre con justicia? Nadie me va a acusar jamás de simpatía por el PP, pero hay que reconocer que los peperos soportan un aluvión de críticas constante, a veces exageradas, con numerosos programas de televisión dedicados casi en exclusividad a darles caña. Si los del PP se quejaran de una conspiración masónica anarcocomunista contra ellos, nos descojonaríamos (de hecho, Esperanza Aguirre lo la insinuado alguna vez y nos hemos descojonado alegremente), pero en Podemos, con un nivel de ataques infinitamente menor, están todo el día como a quien le han robado la cartera y poniendo cara de tía buena a la que le han rozado el culo en el autobús.
Podemos utiliza el insulto como norma. Por supuesto, cuando lo emplean ellos es porque están diciendo la verdad; si sus adversarios se atreven a utilizar, no ya el insulto, sino la mera crítica, se trata de asquerosas calumnias. Podemos, no cabe duda, es el paraíso del tomar para sí mismos el ancho del embudo. Lo bueno para mí, lo malo para ti. Y parecen olvidar que el insulto, los insultos, son la antesala de la violencia. Y que por mucha razón que se tenga o se crea tener, nunca deben convertirse en un recurso.
Un amigo mío me hizo una reflexión interesante sobre Pablo Iglesias. Iglesias es un presentador de TV. Proviene de un programa llamado La tuerka. Y, como dice mi amigo, cualquier presentador de televisión sólo conoce un Dios, que es el protagonismo, con su apóstol, el lucimiento personal. Un presentador de televisión lo que quiere es figurar, que hablen de él, que su cara sea conocida y que lo paren por la calle. Pablo Iglesias es un devoto ferviente de Pablo Iglesias, y no espera de sus huestes nada inferior a la pleitesía. ¡Salve Iglesias, los que te van a reverenciar te saludan!
Y existe una ley histórica que se ha cumplido casi inexorablemente a través de los tiempos. Cuando aparece alguien con ínfulas de pureza, presentándose a sí mismo como ejemplo de honradez, proclamando la corrupción e inmoralidad de sus enemigos políticos, levantando la bandera de la honestidad como quien enarbola el mazo de un herrero, termina cometiendo los mismos errores que critica, a menudo aumentados. Insisto, se trata de una ley histórica prácticamente irremisible. En EEUU, por ejemplo, es casi una tradición que los políticos que se despepitan por los valores familiares y que arremeten con fiereza contra la inmoralidad contemporánea, acaben siendo pillados en una aventura extramatrimonial o con unos gramos de cocaína o con las dos cosas a la vez. Pero, perdón, ellos son Podemos, y ellos no van a cometer errores porque ellos son de lo más guay. Qué tonto soy.
Pero que no me hagan reír con lo de la casta, que éstos si no son galgos son podencos. En Podemos son tan casta como los brahmanes de la India. En este caso no hablo de oídas, sino de un hecho muy concreto que he tenido a bien sufrir o experimentar en mis propias carnes. Y me refiero a quien va a ser candidata de Podemos a la presidencia de la Junta de Andalucía, la roteña Teresa Rodríguez. Pues bien, a la mencionada señora, en su actuación sindical, la he visto fastidiar a los trabajadores sencillamente para cumplir sus objetivos políticos, en una actuación alucinante y que no cuento en detalle por ser asunto fastidioso y largo, pero en el que, pueden creerme, no se cubrió de gloria, sino de politiqueo, como todos los que critica. O sea, digo una cosa y hago lo contrario. O sea, casta en estado puro, prístino, intrínseco, esencial. O sea, caraduring. Y esto no fue hace un lustro, sino menos de un año.
¿Estos de Podemos son los buenos? Pues ya nos vale.
PD. Casi siempre que hablo de política me sacan a relucir que si el PSOE esto o el PSOE lo otro. Lo digo para que no haya dudas: hace un par de años que dejé la militancia del PSOE. Por tanto, no trato de beneficiar a mi partido, ni hablo por boca de nadie, ni actúo como francotirador. De lo que digo, sólo yo soy responsable. Que a lo mejor no es decir demasiado.












Leonard | Sábado, 04 de Julio de 2015 a las 01:13:58 horas
Que porquería de articulo, lamentable!!
Accede para votar (0) (0) Accede para responder