CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

En lo que va de año, más de cincuenta mujeres han sido asesinadas. En los últimos diez años, lo han sido setecientas cincuenta y cinco. Cifras dramáticas que deberían avergonzar a cualquier Estado democrático.
No cabe duda de que la Ley de Violencia de Género ha sido un paso en firme en la lucha contra la violencia que se ejerce contra las mujeres por parte de los hombres. Pero, si desde los poderes públicos no se dota presupuestariamente estas políticas nacida de dicha Ley y, ni siquiera, se mantiene una evaluación continuada, esta Ley no es un instrumento eficaz. Sin el compromiso de la implementación de medidas y sin la dedicación de recursos necesarios, se queda sólo en una redacción de buenas intenciones.

La violencia de género debe, pues, abordarse de forma integral, lo cual exige actuar de forma persistente ante actitudes y valores patriarcales y machistas fuertemente arraigados en nuestra sociedad. Es decir, la protección a las víctimas y las campañas de sensibilización son necesarias, son importantes. Pero mientras no se ataque los patrones de género que perpetúan la desigualdad, no erradicaremos los lamentables hechos. No ayuda a ello, por ejemplo, las políticas retrógradas del Partido Popular con las mujeres, como la penalización del aborto (el intento de ello), la eliminación  de la asignatura Educación para la Ciudadanía (que no era suficiente, pero que ahora con la Ley Wert se apuntala un sistema segregador que resta instrumentos para una educación igualitaria). Tampoco ayuda la Reforma Laboral puesta en marcha por el PP, que profundiza en la desigualdad de los derechos económicos entre hombres y mujeres. Encima, la Reforma de la Administración Local deja sin presupuesto a la mayoría de los ayuntamientos, limitando la viabilidad de llevar a cabo políticas de igualdad desde lo más cercano,que son los ayuntamientos.

Si a nivel mundial las mujeres tienen menos oportunidades laborales, produciéndose una feminización de la pobreza, son asesinadas por defender la educación de las niñas, los burkas no  caen, son lapidadas por defender la libertad, etc., en  nuestro país, los programas televisivos que potencian la desigualdad, las declaraciones que se permiten algunos altos cargos, los asesinatos que no paran, las subvenciones a la educación segregada por sexos o el desmantelamiento de organismos para la igualdad, indican que queda mucho camino por recorrer.

Se debate aún el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Se debate aún el derecho a la igualdad laboral sin discriminación salarial. Se debate aún la igualdad de oportunidades y de derechos. La violencia de género comienza en el mismo momento que recortamos, precisamente, en igualdad.

El pasado 25 de noviembre celebramos el Día Internacional contra la Violencia de Género. No parece que en un futuro cercano se pueda cambiar esta denominación porque la violencia contra las mujeres sean asuntos del pasado de la Humanidad. Si no actuamos desde lo más cercano, nuestra sociedad, seguiremos portando una cartulina morada con un lazo blanco dibujado en ella año tras año.
Salud.