Antonio Franco
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DIARIO DE UN CONCEJAL EN LA OPOSICIÓN
No se si he mencionado alguna vez que estoy escribiendo mi experiencia como concejal recopilando mis anotaciones en una especie de memorias. Si no lo he mencionado, ahora lo expreso. Si, por el contrario, ya lo había referido anteriormente, ruego disculpen la reiteración. Supongo, en este segundo caso, que será cosa de la edad. Tengo que decir que se trata sólo de una cuestión meramente personal, sin ánimo de hacerla pública. Quedará guardada en un cajón, mezclada con un sinfín de papeles que, tal vez, algunos de mis hijos algún día encuentren y lean o, simplemente, envíen directamente al recipiente de reciclaje correspondiente. En estos momentos me sirven como distracción y divertimento. Cada uno dedica su tiempo libre en lo que más le place. Ya ven.
En uno de los primeros capítulos recuerdo, esbozando una sonrisa, una de las primeras reuniones a la que fui convocado como portavoz de mi grupo político. Suelo ser puntual a las convocatorias, así que en aquella ocasión, llegué con unos minutos de adelanto sobre el horario previsto. Vi a miembros de la Corporación en la primera planta del Castillo de Luna, así que subí hasta allí. Recuerdo que entablé una conversación con un concejal de Roteños Unidos (no menciono nombres en estas memorias) y que, de pronto, el grupo congregado se dirigió a una de las salas de reuniones. Me uní a la comitiva y, cual gota de agua que se une a la corriente, entré con el resto de los concejales. Mis primeras interrogaciones fueron: ¿aquí vamos a caber todos lo concejales? y ¿dónde están los del PSOE?
Uno de los concejales del PP, amablemente, me dijo que la reunión a la que había sido convocado tendría lugar en el Salón de Plenos. Entonces lo capte. Al parecer los grupos del Partido Popular y de Roteños Unidos se reunían para ultimar el pacto de gobierno. ¡Con razón una de las concejalas del partido independiente me dirigió una mirada agria, como de haberse tomado una copa de vinagre a aquellas horas en lugar de un café, con cara de preguntarse “¿qué hacía este tipo allí?” Bueno, eso es lo que me pareció.
Eran los comienzos de la Legislatura. Todavía el líder de los independientes roteños tenía sometido a la penitencia de la soledad gubernativa a la señora alcaldesa. Yo intuía que la cosa esta de la penitencia no iba a durar. Roteños Unidos llevaba en sus filas a personas que, supongo, no estarían dispuestas a pasarse el resto de la legislatura percibiendo sólo seiscientos euros mensuales. Lo del pacto estaba al caer, sí o sí. Lo de estar en Política por amor a Rota quedaba muy bien como eslogan publicitario de campaña.
Fui testigo, sin intención alguna, de aquella cita pre-pacto. El líder de Roteños Unidos tomaba las riendas de la gestión, liberando a la alcaldesa de semejante trance. Ello llevaba la equiparación salarial entre ambos ediles. Lo de estar en Política por amor a Rota quedaba muy bien como eslogan publicitario de campaña.
Salud.












Hermana Mofeta | Viernes, 28 de Noviembre de 2014 a las 18:02:37 horas
Pues sí, cualquiera puede equivocarse, como cualquiera puede mentir, pero eso ya no sería tan perdonable.
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