TODOS ZURDOS (Y COMULGANDO)

No sé si se han dado cuenta. Imagino que sí, porque resulta muy evidente, pero casi no queda gente de derechas. Encontrar a alguien de ideología derechista está empezando a ser más difícil que encontrar un CD de Isabel Pantoja con dedicatoria. Entendámonos, no hablo de gente que vote a la derecha, que de esos sí se topa uno bastantes, sino de personas que piensen como ha pensado siempre los derechistas.

Lo juro. Amigos míos de los del PP de toda la vida e incluso mucho más allá, me sueltan unos discursos anticapitalistas y antisistema que casi me hacen pensar que el conservador soy yo y no ellos. Bien es cierto, que para hablar bien del capitalismo en su actual fase es preciso ser consejero delegado de Iberdrola o del Banco de Santander, pero uno no se acaba de acostumbrar.

Sin embargo, buena parte de estas personas que despotrican de la visión derechista de la vida terminarán votando al PP. ¿Por qué? ¿Les gusta contradecirse a sí mismos? ¿Son familia de Arias Cañete? ¿Se equivocan todos de papeleta? Pues no, sólo son católicos.

En principio, en el momento presente el votante de derechas tiene tres procedencias. Primera: gente de mucha mucha pasta. Evidentemente, no hay que explicar por qué votan lo que votan. Segunda. Lo que podemos llamar derecha estética. Ya saben, esa clase de personas que piensan que la gente de izquierda viste fatal y a la que en realidad la cuestión ideológica les trae al pairo: votarán siempre al partido donde vean más tipos que luzcan polos de Ralph Lauren o jerseys de Burberry. Tercero y más importante: los católicos.

Ese es el grueso del pelotón. Actualmente lo que decide a la mayoría de la gente que vota al PP a votar PP son sus ideas religiosas. La izquierda española, en este asunto se ha equivocado históricamente con contumacia. Ha sido tradicionalmente anticlerical, lo cual puede tener bastante sentido; pero también ha sido ferozmente antirreligiosa, lo que puede que sea menos lógico (y menos inteligente).

Cabe pensar que habría sido la historia de la península con una izquierda menos antirreligiosa, aunque sólo fuera por cálculo estratégico. Por lo pronto, nos hubiéramos evitado algunas guerras civiles, particularmente la última. Por supuesto, ni siquiera insinúo que se le permitieran a la Iglesia sus abusos consuetudinarios y sus privilegios a ratos inauditos. Pero sí que nos podíamos haber ahorrado el escarnio y la ridiculización que perennemente han sufrido y sufren los católicos en España, porque muchos de ellos habrían optado por las ideas de izquierda, sin duda mucho más evangélicas.
En fin, me estoy poniendo trascendental y no lo pretendía.

Lo que quiero decir es que, en lo relativo a la economía, la inmensa, la abrumadora mayoría de los españoles es anticapitalista, se manifiesta en contra de los privilegios de las grandes empresas, cree que existen demasiadas desigualdades sociales y mandaría a todos los banqueros al infierno. Si la izquierda quiere ganar elecciones se tiene que ganar también a los católicos. Dicho de otra manera, que Cayo Lara salga en la comitiva del Corpus Christi de Toledo, que Pedro Sánchez aparezca en un balcón de la carrera oficial todos los días de la Semana Santa de Sevilla y que Pablo Iglesias… ¿Dónde mandamos a Pablo Iglesias? Vaya pregunta, Pablo Iglesias al Rocío, que hay vino, hay guitarras y hay juerga.  Oiga usted, victoria segura.