Calle Charco, con Antonio Franco
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LOS CHINOS Y LA CRISIS
Con la coyuntura de la crisis estamos aprendiendo. Nos hemos enterado que para los chinos, cuya cultura es tan antigua “que se pierde en la noche de los tiempos”, la palabra crisis tiene, además del mismo significado que para nosotros los occidentales, una segunda acepción. Viene a significar “oportunidad”. Bien mirado (y razonado) parecen aceptables ambos significados. Veamos, lo que la crisis, “inventada por los señores del Mercado”, ha significado en todos nuestros ambientes.
De todas formas, hay que partir de la base de que no todos sufrimos la crisis y/o no la sufrimos de igual forma. Los hay que no conocen lo que significa “tener crisis”, al menos económica, en sus vidas. Los más viejos, los que han “sobrevivido” toda su vida en una plena crisis, la situación no les resulta peor que “años ha”. Aquellos que intentan “alcanzar la otra orilla”, los que viven en la más extrema pobreza, a los que los Valores del IBEX 35 les suena a película de ciencia ficción, los que ni se plantean emanciparse porque el sueldo no les llega por el contrato basura que han conseguido,…a todos ellos, la crisis actual es cosa de ricos. La crisis puede transformarse, en fin, hasta en un estado de ánimo, en algo psicológico. Aunque, y esto sí es una dolorosa realidad, los comedores sociales han incrementado su número de comensales de un tiempo a esta parte. Esta puede ser la verdadera cara de la crisis.
Retomando la acepción oriental de “oportunidad”, referida a la crisis, es perfectamente aplicable. Leo, sorprendido, que la Junta de Andalucía va a ahorrar 110 millones de euros al reducir el 43% el sector público. Que traducido resulta que va a disminuir el número de empresas públicas pertenecientes a la Junta. Y, todo ello, ¡ojo!, sin despedir a nadie. Esto último sí es sorprendente. Así pues, la crisis ha ocasionado la “oportunidad” para que los que nos gobiernan se den cuenta de que sobraban empresas y también, ¡cómo no!, altos cargos; de que se pueden reducir éstas sin menoscabo de los servicios. La pregunta que surge “del tirón”, como un acto reflejo, es obvia, ¿para qué se crearon, pues, tantas empresas públicas?
Más cercano a los ciudadanos de a pie resulta las observaciones de los munícipes. Éstos se han dado cuenta (o no han tenido más remedio, que también puede ser) que, no por reducir los gastos en delegaciones como Fiestas, el personal (esto es, el ciudadano) disfruta de igual forma de los festejos. Se han dado cuenta (o no han tenido más remedio, que también puede ser) que para inaugurar una obra en una calle no hace falta un dispendio exagerado en copichuelas y tapeos varios con los vecinos para que te recuerden a “la hora de las urnas”.
En el plano de lo personal ocurre tres tantos de lo mismo. Con la crisis nos planteamos si podemos reducir esos gastos insulsos y esas adquisiciones que nos vendieron como gangas y donde caímos como…. (iba a decir como chinos). Con la crisis, tenemos la “oportunidad” de volver a la vida sencilla, sin que ello signifique llevar una existencia monacal. Nos damos cuenta de que podemos prescindir de muchos objetos sin que nuestra calidad de vida empeore.
Pero si alguien entiende la crisis como una oportunidad, éste es sin duda el CAPITAL, así, con mayúsculas. Para los padres del neoliberalismo económico esta crisis, inventada (no me cansaré de repetirlo) por ellos, es la “oportunidad para colocar las cosas en su sitio”. Ellos aplican y explican las normas a los Estados para “salir de esta”. Nos quieren hacer trabajar más años, con menos seguridad a la hora del despido, que paguemos parte de los servicios que hemos conseguido durante las últimas décadas,…Esto último aún no lo han concretado en medidas, pero ya lo han dejado caer, luego se planteará a la primera que nos distraigamos. El CAPITAL, así, con mayúsculas, cuando ofrece recetas para salir de la crisis, ya está pensando en la próxima crisis que le va a reportar otra “oportunidad” para seguir manteniéndose.
Los que sí entienden, dentro de la ciudadanía de a pie, la “oportunidad” que la crisis ofrece son los chinos. Todo pueblo o ciudad que se precie tiene tres “instituciones” imprescindibles: una iglesia, una Casa del Pueblo y, como mínimo, un bazar chino. Mientras las dos primeras se preocupan, una de la salvación del alma y la otra de su propia “salvación”, los bazares chinos se preocupan de que gastemos a cualquier hora del día ya que para eso se llevan todo el día abierto. Al respecto de “las tiendas de los chinos”, circula una leyenda urbana que asegura que éstos están exentos de pagar impuestos durante los cinco primeros años. Se trata sólo de un “cuento chino”. Que más quisieran ellos. Pero, lo que no se puede negar es que los chinos aprovechan la crisis como una oportunidad para “¿engañarnos?” como a…. ( iba a decir como a chinos).
Salud.
ANTONIO FRANCO GARCIA












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