Calle Charco, con Antonio Franco
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BUENOS DÍAS
Alguna que otra mañana nos hemos cruzado. “Buenos días”. Sólo dos palabras que definen sus modales educados. En ocasiones hemos añadido algún comentario alusivo al tiempo atmosférico.
Hace cuestión de dos semanas comentamos la bondad de las últimas lluvias. Sus palabras definían perfectamente a su persona. “Estoy deseando acercarme a la parcela y ver las plantas de papas. Tienen que estar preciosas. Me sentía como un niño la noche de Reyes cuando veía la lluvia desde la ventana de mi casa”, me decía.
Con su cuerpo encorvado continuó la marcha. Con paso cansino, lentamente, se fue alejando por la calleja. Observé que llevaba una sonrisa dibujada en la cara. Aunque, ahora que lo pienso, esa sonrisa es patrimonio de su rostro. Es algo que le identifica.
Un mayeto de los de siempre, de los pocos que van quedando. Nadie como él para interpretar a Juan, el tío Buscabeatas, en la obra de Pedro Antonio de Alarcón, “El libro talonario”. Ningún actor profesional podría interpretar el papel de ese personaje como lo hizo él. Sobre todo porque él no se tenía que poner en la piel del personaje. Se trataba sólo de memorizar la letra. Todo lo demás ya iba incorporado.
Desde el Ayuntamiento, hace ya años que se bautizó con el nombre de El Mayeto un parque de Rota. Es verdad. También que es la figura de un mayeto la que compone el trofeo con que se homenajea a diferentes personas y asociaciones que destacan en nuestra localidad en los campos de la Cultura y el Deporte. Es verdad. Pero me pregunto si una persona como él no reúne los requisitos necesarios para ser merecedor de un reconocimiento institucional. Al fin y al cabo, roteños como él han construido la historia de nuestra Villa. Seguramente el otorgamiento de una Medalla de Plata de la Villa a la figura del mayeto, representada en él, no necesitaría una redacción demasiada extensa de los méritos contraído. Sería como un reconocimiento a nuestra propia historia, a nuestra propia gente. El listado de cultivos formarían parte de su curriculum vitae. Sería extensísimo. Cada liño tendría su historia. Cada mata, habría recibido su cariño.
En ocasiones, a algún que otro distinguido y homenajeado habría que retirarle la distinción concedida. Sus posteriores trayectorias, les hace merecedores de la pérdida del público reconocimiento. Suele ocurrir. No en el mayeto. El “jacho” nunca fue olvidado ni sustituido. La tierra, nunca abandonada. La sonrisa, instalada para siempre. Sólo apagada por la contrariedad atmosférica. Las personas como Miguel nunca fallan.
Salud.












El cabrero | Domingo, 04 de Mayo de 2014 a las 13:50:11 horas
Buenos dias, esas personas anonimas que tanto hacen por la comunidad a su manera, esas personas que lo hacen desde la autenticidad y sin esperar nada a cambio, que pasan por la vida solo haciendo el bien y sin mirar a quien, a esas personas repito, nadie les levanta un monumento, ni les dan cuelgan medallas, ni le escriben libros, a pesar de merecerlo tanto ó más que muchos que si reciben esos homenajes. Pero aunque no lo reciban, siempre tendran el mejor homenaje, el permanecer en la memoria de muchos conciudadanos como lo que siempre fueron un hombre ó una mujer buenos, que es el maximo titulo y galardon al que pueden optar una persona humana. Salud y republica Antonio.
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