Balsa Cirrito
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TERRA LEVIS
Francamente, me resulta imposible. Imposible de todo punto hablar esta semana de un asunto que no sea la terrible tragedia del miércoles. Hay un verso de Blas de Otero que siempre me pareció el súmmum del pesimismo y que dice así: “esto es vivir: horror a manos llenas”; habitualmente considero semejantes palabras el delirio de un poeta angustiado, una exhibición de nihilismo o un atracón de memento mori; sin embargo, en casos como el que nos ocupa, llegamos a preguntarnos si Blas de Otero no llevaba su parte de razón. Horror a manos llenas.
Transcurridos no demasiados minutos del accidente, se creaba en las páginas de este mismo periódico cierta polémica entre algunos lectores que comentaban los problemas de circulación de los ciclomotores. Y en seguida saltaban las indignaciones, lo cual resulta bastante comprensible, ya que ante situaciones tan tristes necesitamos volcar nuestra cólera, desahogarnos contra alguien, ya sea el ayuntamiento, ya los cruces, ya otros lectores, ya la cilindrada de las motos. Y supongo que, sobre todo, necesitamos desahogarnos contra el destino. Un destino que a veces parece recrearse en el sufrimiento; un destino monstruoso que castiga ejercitando piruetas de dolor contra algunos tristes elegidos.
Y, por supuesto, el remate, que no sé si es el signo de nuestro tiempo. Hace unos años, y no digo nada hace unos siglos, después de una tragedia semejante, muchas personas habrían acudido a las iglesias a buscar consuelo entre los altos muros de los templos. Hoy, minutos después de los hechos, las redes sociales se llenaban de comentarios y de imágenes de las víctimas, tal vez como manera de sofocar los demonios. Algunas de las imágenes que circulan, según he oído, son bastante duras, todo lo cual no estoy muy convencido de que me cause sorpresa, ni siquiera indignación. Si Julio César hubiera sido asesinado en nuestros días, podríamos tener por seguro que mientras Bruto y Casca clavaban sus puñales en el cuerpo del dictador, el noble Casius habría estado grabando la escena con su teléfono Samsung y la habría tuiteado al resto de los senadores romanos.
Muchas veces hemos oído aquello de que todo lo que ocurre en la vida tiene un sentido. Puede ser. O, mejor dicho, debería ser. Pero no es así. No es. No lo fue.
Terra levis sit












Juan | Lunes, 17 de Marzo de 2014 a las 17:15:16 horas
Precioso lo que ha escrito Un roteño Carlos
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